Con motivo de los premios Emmy, Nuria Pérez compartió en una story de Instagram una publicación suya de 2018. En ella habla de Amy Sherman-Palladino y cómo se convirtió en una de sus referentes:
A lo largo de los años ha habido momentos claves, ese instante en el que lees algo y la potencia de una frase consigue ponerte la piel de gallina. Recuerdo claramente la primera vez que sentí esto viendo una comedia. Fue en el 1991 durante un episodio de Roseanne. El ritmo, el sarcasmo…aquello era otro nivel y busqué quien lo había escrito. Era una jovencita que acababa de entrar en el grupo de redactores: Amy Sherman Palladino.
Igual que les pasa a muchos de los seguidores del podcast Gabinete de curiosidades, empecé a leer esta publicación e imaginé la voz de Nuria, la cadencia con la que habla y la pasión que transmite por sus referentes.
Además del amor por el ritmo escrito compartíamos amor por los musicales, el grunge y los sombreros de copa, así que inevitablemente me enamoró. Ella aprendió a escribir escuchando Carole King y los vinilos de Mel Brooks. Yo aprendí a escribir con ella.
Aunque no hablara de las Chicas Gilmore en su podcast, sí que sabía del amor de Nuria por esa serie, así que aproveché cuando Netflix la trajo a su catálogo en 2020 para verla de principio a fin. Esto es lo que significa que Nuria sea un eslabón para mí, si recomienda algo, hay grandes probabilidades de que me vaya a gustar. Y vaya si lo hizo.
Gilmore Girls me enseñó muchísimo. La mordacidad de Emily, la idiosincrasia de Kirk, las pausas de Jess... Vestí aquella camiseta con el famoso “Don’t worry, I speak Gilmore” y si alguien “pilla” la frase Babette ate oatmeal puede considerarse mi amigo para siempre.
Ahora estoy viendo la serie La maravillosa señora Maisel, también dirigida, producida y escrita por ella y su marido. Y me está gustando mucho. ¿Hasta dónde llegará Midge?
Mantener durante años el nivel de las Gilmore agotó a la Palladino, pero tras varios traspiés ha vuelto a lo grande: The Marvelous Mrs. Maisel es una joya y me tiene totalmente obsesionada. Qué alegría verla ayer haciendo historia: por primera vez una mujer se ha llevado los tres Emmys grandes: escritura, dirección y mejor serie. No hay nadie como ella y me emocionó que su sombrero se paseara por el escenario tantas veces.
Para animaros a ver alguna de las series de Amy Sherman-Palladino os diría que trata de mujeres que vienen de un entorno privilegiado y que por circunstancias de la vida tienen que hacerse su propio camino. Y lo hacen hablando muy rápido y siendo divertidas a tiempo completo. Y viven en un entorno donde no te importaría vivir.
Nuria Pérez agrega magia a todo lo que cuenta, así que en esa publicación contó la anécdota de cómo comenzó Las chicas Gilmore de una forma que solo sabe hacer ella:
Hace años Amy y su marido compraron una vieja casa y no sabían decorarla. “¿Quién tiene una casa vieja y chirriante como la nuestra que admiremos?, pensó Dan. ”Mark Twain! Twain tenía una casa así y se puede visitar!”, dijo Amy. Se subieron a un avión y fueron a verla a Connecticut. Era otoño. New England era un cuadro de Rockwell: niños pecosos en bici, hojas secas en las aceras…Al bajar del coche una señora les preguntó si sabían cómo se iba al campo de calabazas. Amy se giró y dijo a Dan “¿Estás de broma? ¡Esto qué es?” Al llegar al Bed and Breakfast se tumbó en el suelo con un cuaderno y anunció: “Voy a escribir una serie ambientada justo aquí”. Esa noche nació Gilmore Girls.
¿A que ahora también queréis visitar la casa de Mark Twain y todo lo que hay a sus alrededores?
En las series de la Palladino hay una relación complicada entre madres e hijas. Sobre todo la que tienen Emily y Lorelai en las chicas Gilmore.
Estoy leyendo el libro Las órdenes de Pilar Adón y no he podido evitar pensar que Lorelai podría haber podido escribir una parte de la primera poesía ella misma:
Queriendo decir: “¿Por qué no vuelves a casa?”
Cuando lo sabe. Que volver a casa es el miedo.
Que la huida del día es el miedo.
La tapia del ladrillo y la llamada al timbre sin prever si podrá entrar.
Cada mirada de hembra.
Cada preñez. El miedo.
El cuerpo que no se acostumbra y que, lejos de aumentar,
reduce su tamaño y se parte en dos.
tengo muy, pero que muy pendiente Las chicas gilmore.