La primera vez que oí hablar del libro La escala de los mapas fue en la entrevista de Lorena Bembibre a Marta (Querida Juliet en redes). Se trata de uno de los libros favoritos de Marta, de los que más le han marcado y que leyó durante su década de los veinte.
Como Querida Juliet ha recomendado libros que me han gustado mucho, entre ellos Juliet, desnuda (el origen de su apodo en Internet), al poco tiempo de ver esa entrevista empecé La escala de los mapas, aunque no me llegó a enganchar y lo dejé.
Este mes le he dado una nueva oportunidad, porque tengo más referentes a los que la novela les ha gustado mucho y porque en el Patreon Aquí hay Leones se iba a analizar este mes y no iba a tener mejor oportunidad que ésta de adentrarme en él.
Cuando leí la sinopsis pensé que tenía el argumento perfecto para que me fuera a gustar:
Si un día un hombre que fantasea con encontrarse a la mujer de quien estuvo enamorado sin ser correspondido, se la encuentra; si ella le toma del brazo, se muestra ilusionada, ríe, entonces, ¿qué hacer con la realidad?
La lectura de la contraportada empezó a generarme expectativas. Me vinieron a la cabeza fragmentos de otros libros donde se narra el momento preciso en el que uno de los personajes se da cuenta de que se puede tratar de un amor correspondido:
Estás poniéndome las cosas muy difíciles.
¿Podría estar refiriéndose por casualidad a nuestro cruce de miradas?
No me vine abajo. Ni tampoco él. Sí, se refería a eso.
¿De qué manera estoy poniendo las cosas difíciles?
Mi corazón latía demasiado rápido como para poder expresarme con coherencia. Ni siquiera estaba avergonzado por mostrarle mi sonrojo. Vamos, házselo saber, díselo.
Porque podría estar muy, muy mal.
¿Podría? - le pregunté.
Había un rayo de esperanza.
Se sentó en la hierba, más tarde se tumbó sobre su espalda con los brazos bajo la cabeza y se quedó observando el cielo.
Sí, podría. No voy a fingir que no se me ha pasado por la cabeza.
Llámame por tu nombre, André Aciman
Fue justo entonces cuando a él se le ocurrió que quizás ella no le estaba rehuyendo, sino atrayéndole hacia un espacio de penumbra más tupida. Desde el momento en que había pulsado el timbre no tenía nada que perder. […]
Tenía miedo de que no compartieran algo, de que todas sus suposiciones fueran erróneas y de que con sus palabras se hubiese aislado aún más y le considerara un idiota. […]
¿Que por qué lloraba? ¿Cómo decírselo cuando tanta emoción, tantas emociones la embargaban?
Expiación, Ian McEwan
Del libro Llámame por tu nombre no voy a hablar mucho más, en la anterior carta ya me adentré suficiente. Pero del libro Expiación tengo que decir que he acabado encontrando semejanzas con La escala de los mapas, aunque nada que ver con lo que esperé encontrar (como las semejanzas son un poco spoiler, las puedo comentar en privado con quien haya leído los dos libros).
Yo me esperaba encontrar, por lo que leía en la descripción del libro, una historia del miedo a ser amado y su metáfora:
Y a Brezo se le ocurría sugerirme una odisea de vagones y equipajes, camas desconocidas, desayunos inesperados. […] Cientos de kilómetros y al final la arena de las playas, para qué si uno vuelve siempre, para qué, si es aquí donde uno debe habérselas con el tiempo que no descansa nunca, para qué dar rodeos. Brezo pasajera, yo soy uno de los que un día decidieron emplear sus vacaciones en aprender a quedarse.
En una primera lectura vi exactamente eso. El protagonista, Sergio Prim, tiene miedo de un amor correspondido con Brezo Varela y nos va poniendo excusas para poder escapar.
¿Realmente va de eso el libro? Bea en Aquí hay Leones nos iba dando pistas conforme íbamos avanzando en la lectura, y me di cuenta que obvié palabras y párrafos que hacían que la historia cambiara. En el epílogo de Belén Gopegui en la edición del 25 aniversario también nos advierte sobre esto:
¿Adónde van las palabras en que usted no reparó, lo que surcaba con los ojos pero no llegó a representarse porque estaba pensando en otra cosa? ¿Adónde el día en que una comparación desconocida le trajo un cuerpo, un hecho, un roce repentino y cerró el libro y salió a buscarlo? ¿Adónde la despreocupación con la que un detalle del mundo irrumpió en su cabeza de manera que ya no ha podido dejar de verlo? El texto permanece idéntico, pero no así el compuesto que nace de unir cada libro con la singularidad de una vida en un punto de su trayectoria.
En el libro de Expiación hay giros en el argumento que sorprenden al lector (o al espectador, si ves la adaptación cinematográfica). Pero terminas conociendo la historia completa. Sin embargo, en la Escala de los mapas se mantienen los interrogantes. Tienes que alejarte (como en Google maps cuando alejas el zoom) para que no dejarte llevar por la bella prosa de Sergio Prim y puedas reparar en lo que realmente te está contando. Tienes que leerlo con atención para no perderte las pistas que te deja.
Estas semanas me veo dando vueltas a lo ocurre en el libro, intentando solucionar los enigmas del acertijo que se propone, pidiendo pistas para llegar a todas las capas. Al igual que lloré, como dijo Rosario Villajos, por la muerte de alguien que nunca ha existido, me veo queriendo encontrar respuestas en unos personajes de ficción.
Quizás la enseñanza de Sergio Prim tenía que ver con esto:
Supón, le dije, que hoy te anuncian el regreso de un viejo amigo. Tú sales a la calle fantaseando con el encuentro. Subes a un autobús enumerando los sitios donde piensas llevarle. Mas he aquí que era todo una falsa alarma. Quien te anunció que tu amigo volvía se había confundido en la fecha o en el nombre.
¿Dónde estabas tú mientras planeabas el encuentro? Si contestas “En un autobús”, ¿no pecas, cuando menos, de imprecisión? ¿De qué sustancia se compone, en qué lugar se ubica esa emoción que fue tuya: cuarenta y cinco minutos de felicidad concreta motivados por un acontecer ilusorio?
Os dejo por hoy con el mapa de la ciudad donde vive Sergio Prim:
En el libro aparece la calle Alcalá, la plaza de San Ildefonso, la calle Príncipe, el jardín del observatorio, el Retiro y la plaza Santa Ana (seguro que me dejo sitios).
Al pasar por esos lugares seguro que ahora también recordaré a Sergio Prim.
Tengo pendiente (como tantas otras cosas) esa entrevista de Loenlasnubes.
Alucino con tu manera de hilar (libros, pelis...)