La semana pasada me llegó la carta 29 de Algo de mi semana de Antonio Batallón.
El texto comienza con Marta D. Riezu y su libro Agua y Jabón, del cuál cogí prestado el término de Los eslabones. La carta continúa recomendándonos el disco de Galerna «Viaje a Roma», cuya canción principal ya adjunté en la playlist de una newletter pasada (me salió en la recomendación semanal de Spotify y me encantó). Y finalmente dio la noticia de que el corto Arquitectura emocional 1959, ganador en los Goya de 2023, estaba disponible en Filmin. Ya no pude leer el resto de la carta, emocionada porque por fin lo podía ver.
La primera vez que oí hablar del corto de León Siminiani fue en el episodio Encuentro de Punzadas Sonoras. La segunda vez que lo oí fue en el episodio El corto (también) es cine de Sin Criterio. Y todos sus integrantes pusieron unas expectativas muy altas. Pero es que si la película trata de sincronización de anhelos, arquitectura y Madrid, cómo no me iba a gustar (lo de sincronización de anhelos aparece en una parte de la película, no me lo he inventado yo).
Siete kilómetros separan dos obras del arquitecto Secundino Zuazo: un edificio de la calle Maura, cerca del Retiro y la Colonia San Cristobal, cerca de Chamartín. Estas dos obras son parte del escenario de la narración, influyendo en gran medida en sus protagonistas, aunque ellos no se den cuenta.
Los espacios nos influyen, ya reflexionaban sobre ello Inés y Paula en una de sus mejores cartas, Geografía del afecto: «A veces los espacios se nos revolucionan. Porque ha sucedido algo allí, porque hemos perdido lo que antes nos ataba a ellos de manera positiva, porque los asociamos a alguien que ya no está».
Como podéis imaginar, recomiendo que veáis el corto. Mientras tanto, si podéis seguir leyendo, dejo algunos apuntes sobre espacios y afectos de lo que he leído y visto últimamente:
El comienzo del libro Justine (Cuarteto de Alejandría I) de Lawrence Durrell: «Retrocedo paso a paso en el camino del recuerdo para llegar a la ciudad donde vivimos todos un lapso tan breve, la ciudad que se sirvió de nosotros como si fuéramos su flora, que nos envolvió en conflictos que eran suyos y creíamos equivocadamente nuestros, la amada Alejandría».
El Madrid de Jonás Trueba: He visto La virgen de Agosto y Volveréis, que son una carta de amor a Madrid, donde reconoces tantos lugares de la ciudad y que ahora te recuerdan a esas películas. En Volveréis aparece una cita de Kierkegaard para enmarcar: «El amor-repetición es el único dichoso porque no entraña, como el del recuerdo, la inquietud de la esperanza, ni la angustiosa fascinación del descubrimiento, ni tampoco la melancolía propia del recuerdo. Lo peculiar del amor repetición es la deliciosa seguridad del instante».
La película Victoria, se caracteriza por estar rodada en un solo plano secuencia durante 140 minutos en los que su protagonista no deja de aparecer. A la semana de verla fui a Berlín y al barrio de Kreuzberg y me acordé de Laia Costa en alguna que otra ocasión, ya que la película se grabó allí.
Una review de irenesampe en Letterboxd nos comparte algo que dijo León Siminiani (imagino que en el coloquio): los edificios como núcleos de memoria.
Un poquito de amor arquitectónico de la mano de Javier Navarrete (El chico llama):
La playlist de este mes, que comienza con la canción de Heroes de David Bowie, parte del soundtrack de la película Christiane F, también ambientada en Berlín y que vi en su momento porque la protagonista se llamaba igual que yo (una razón igual de buena que cualquier otra).